“Las redes sirven para que sólo una élite hiperinformada -y no élite en el mal sentido- pueda acceder a información y producirla. Las redes se constituyen en una sala de redacción en vivo donde hay que contrastar la noticia, matizarla, buscar otras fuentes… y qué pasa, que hay muchos errores, información falsa, novatadas, es un proceso muy artesanal de producción informativa que empobrece”, asegura.

Esta foto de una manifestación en Egipto de diciembre de 2011 es una de las imágenes que han sido atribuidas a los hechos en Venezuela y compartidas en las redes sociales.

Cuando un debate comienza a configurarse, llega un momento en el que aparece alguien para desvirtuarlo. Normalmente son personas enviadas, trolls que actúan con la consigna de que los debates deriven en cualquier cosa. Pero debo decir que el otro lado es corresponsable: entran en debates interminables, se enfrascan en insultaderas.

“En un momento como este, las redes sociales no satisfacen el hambre informativa. Esto es como que estemos a dieta y las redes son snacks. Este blackout informativo sobre la televisión tiene unos efectos sociales que están claros y que además el gobierno esperaba. Aquí se acabó la sensación de que las cosas están ocurriendo al momento. No hay un ritual de consumo alrededor de un medio masivo como la tele que le permita a muchas personas experimentar a distancia que están siendo parte de algo o que están viendo algo que ocurre”.

El hurto de vehículos es uno de los problemas que más afecta a la ciudad. Entre el primero de enero y el 10 de febrero, en la ciudad fueron robados 152 carros y 491 motos, para un total de 643 vehículos, de acuerdo con el general José Ángel Mendoza, comandante de la Policía Metropolitana de Medellín.

Eso no significa que debatir en las redes sociales sea un imposible. Es más: creo que el Twitter tiene posibilidades reales de incidir en la toma de decisiones. Se trata, simplemente, de evitar a los insultadores, bloquearlos. Como en cualquier grupo humano, uno empieza a reconocer a la gente.